ASÍ VIVIMOS LA MARCHA CICLISTA DE MARMOLEJO (29-11-09)

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Mucho frío y mucha lluvia; así se puede resumir la jornada de ciclismo en Marmolejo. Pero no se puede decir que no estuvo emocionante a pesar de que nos quedamos con la espina clavada de no haber podido ni siquiera completar el recorrido corto, puesto que la marcha constaba de dos opciones a elegir: una ruta de 72 km y otra más corta de 52 km. Digo esto porque, al llegar al primer avituallamiento, la organización nos advirtió que lo más lógico sería dar media vuelta; y así fue, todos nos volvimos. A pesar de ello, hicimos 40 km en total, es decir, que no fue un simple paseíto. Por otra parte, cabe destacar que completamos los 40 km en dos horas y algo más (no lo sé exactamente), lo cual supone una media de casi 20 km/h, nada despreciables para lo que costaba tirar de la bici entre el barrizal y la lluvia.




















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(los calcetines eran blancos antes de la prueba)
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Bueno, en general se puede decir que sufrimos lo nuestro, pero hubo momentos bastantes emocionantes, sobre todo en el momento de la bajada hasta el pueblo, donde bajamos (cada uno por nuestra cuenta) a un ritmo fortísimo (alguno más que otro), sin importarnos el barro que nos saltara a los ojos ni la peligrosidad del inestable terreno; en esos momentos dices: "que sea lo que Dios quiera". Resumiendo, fue una bajada de locos, en la que acabamos tragando barro (pero tragándolo de verdad). Se me olvidaba, los frenos apenas retenían de lo mojados que estaban los discos y las pastillas, a parte del ruidazo que hacían cuando frenabas, que parecía que estaban matando a una manada de elefantes.















(momento del arroz)

Una vez en el pueblo, de nuevo en el punto de origen, mi colega Jesús y yo sufrimos una hipotermia, de poca importancia, pero fue una hipotermia. A penas podíamos andar, y los dedos parecían polos, bueno... en realidad ni los sentíamos. Por mi parte, más que nadie, lo pasé mal, ya que tuve que esperar unos 30 o 45 minutos a que llegase toda la tropa, puesto que mi bolsa para ducharme estaba dentro de su coche. Finalmente entramos en las duchas y se acabó el frío, aunque se hubiera agradecido que el agua hubiese estado algo más calentita. Recuerdo el tremendo picor que me entró en los pies al contacto con el agua caliente, cosa curiosa. Al rato me explicaron que eso se podía deber a que la sangre no circulaba por algunos vasos sanguíneos, y al calentarme se reanudaba el riego, de forma que la presión de la sangre provocaba esa incómoda sensación.


La última parte de la jornada no tuvo nada que ver. Disfrutamos de unos buenos platos de paella y de bebidas sin restricciones de cantidad (había cerveza, cocacola, vino, etc.). Después llegó el momento del sorteo de regalos, a mi me tocó una taza (algo es algo...). Y ahí acabó todo.




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